Cesc Fàbregas y Andrés Iniesta mantienen una muy buena amistad. Ambos han congeniado las mil maravillas en la selección española y es habitual que se intercambien mensajes o hablen por teléfono. La Eurocopa del 2008 fue muy especial. Ni Arsenal ni Barça habían cosechado títulos y la conquista del título con la selección fue una liberación especial. Además, coincidieron en el equipo titular de la final y se demostró que ellos dos, junto a Xavi Hernández, no solo son compatibles, sino que forman el mejor triangulo del mundo en el centro del campo.
Su conexión empezó entonces y siguió posteriormente hasta alcanzar su punto más álgido en la final del Mundial de Sudáfrica. Cesc tuvo muchos problemas en Sudáfrica a causa de la lesión en el peroné que estuvo a punto de impedirle acudir a la cita. Se recuperó a tiempo, pero la obsesión de Vicente del Bosque de situar a Xabi Alonso junto a Sergio Busquets lo relegó al banquillo. Sin embargo, el salmantino recapacitó en la prórroga del Mundial y sustituyó al madridista por el todavía jugador `gunner¿ en la prórroga y el resultado no pudo ser mejor. Una asistencia de Cesc a Andrés sirvió para que el manchego rompiera la red de Holanda con un tiro cruzado.
Desde entonces, Andrés tiene que soportar a menudo las bromas de Fàbregas. “Sin mí no serías nadie”, le acostumbra a decir el de Arenys en tono vacilón al de Fuentealbilla, quien responde con buen humor y siempre recuerda que “desde el momento que vi bajar el balón, sabía que era gol. Se hizo el silencio antes de chutar”. Cesc revolucionó esa final. Conectó con el resto de blaugranas, los dos `jugones¿, Sergio Busquets y Villa, jugando prácticamente de memoria. Incluso tuvo el gol en sus botas, pero no vio al `Guaje¿ antes de disparar fuera cuando se quedó solo ante el portero. “Es una de las jugadas de las que más me he arrepentido en mi vida”, acostumbra a comentar Fàbregas por no haberle pasado el esférico a Villa, quien siempre ha quitado hierro a la jugada. España conquistó el Mundial y todos los celebraron como una piña.
La misma unión que cautivó a Pep Guardiola cuando vio jugar a Cesc junto a sus pupilos en la última media hora del partido de cuartos de final ante Paraguay en Johannesburgo. Entonces le quedó muy claro que su fichaje era prioritario. Guardiola está convencido: Cesc es uno de los pocos privilegiados, por no decir el único, que puede convertir a este Barça en mejor equipo.
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